Me preguntan, no inesperadamente
por qué escribo.
Sé lo que debería contestar:
Escribo porque amo
a la humanidad y quiero
que mejore la situación de los hombres y que puedan vivir juntos
en paz, libertad e igualdad.
Con mis poemas quiero en la medida
de mi escaso talento, contribuir a alcanzar
esa noble meta.
Pero contestar de esa manera
sería pura palabrería.
Escribir es hundir la mano
en tinta, en alquitrán o en tinta de imprenta
y estamparla en una pared
por amor a la impresión,
por el sólo motivo de la impresión
de su mano.
Lo más negro que hay
donde hundir la mano
es la miseria del mundo.
Este poema, Me preguntan, no inesperadamente, lo escribió el finlandés Lars Huldén. Nació en 1926 y falleció el pasado octubre con 90 años. Nació en una zona rural, y cuando marchó a la capital, a Helsinki para estudiar la carrera se quedó a vivir allí. Fue filólogo, e impartió la docencia. En cuanto a la literatura publicó mucho, sobre todo poesía. Es un escritor que escribió fundamentalmente en sueco. Escribió siempre en un idioma con pocos hablantes en el mundo, y al parecer, a él también le preguntaban a menudo qué es lo que sentía como poeta al escribir en una lengua minoritaria. Cosa a la que siempre respondía de manera parecida: “lo mismo que el resto de los poetas”. Es difícil encontrar a estos poetas y su trabajo, y gracias a los traductores podemos conocer el trabajo de estos escritores. En este caso el traductor ha sido Francisco J. Uriz.
Goizalde Landabaso